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El diálogo está de luto

MACARENA LETELIER, Consejera e investigadora asociadaPrograma Reformas a la Justicia UC.

Por: MACARENA LETELIER | Publicado: Jueves 2 de mayo de 2024 a las 04:00 hrs.
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MACARENA LETELIER

El diálogo requiere condiciones habilitantes mínimas para que éste se produzca. Entre ellos, los objetivos que se persiguen, interlocutores válidos, reconocimiento recíproco, información adecuada y qué duda cabe, seguridad. Los hechos ocurridos el fin de semana recién pasado amenazan, paralizan el diálogo que diferentes procesos han ido instalando en la macrozona sur. El fin de todas esas instancias ha sido reparar y reconstruir las relaciones entre la comunidad mapuche, la sociedad chilena y el Estado.

En este escenario, el diálogo está de luto. Esta es una manera natural de reaccionar ante la pérdida de seres queridos, o ante un caso de alta connotación pública, que no solo se traduce en el color de la vestimenta sino también en una sensación de desesperanza, tristeza, miedo, rabia, impotencia, se respira hoy en todo el país. Así, la construcción de confianzas frente a una crisis de convivencia social y de inseguridad tan grande y profunda como la que se vive hace décadas en la zona de la Araucanía y del Bíobío, se pone en riesgo por no haber un mínimo de seguridad requerida. Todo lo anterior agravado con lo que significa la irrupción permanente de grupos terroristas y del crimen organizado que buscan cobardemente el fracaso de cualquier avance en la paz de la macrozona sur y del país entero.

“Los hechos ocurridos el fin de semana recién pasado amenazan, paralizan el diálogo que diferentes procesos han ido instalando en la macrozona sur”.

La buena noticia es que el diálogo siempre se puede retomar, pero en condiciones mínimas viables. Es ahí donde las instituciones del Estado tienen que trabajar incansablemente, con voluntad política, reestableciendo la seguridad necesaria para que se produzcan encuentros en un clima seguro, que ayude a la generación de confianza. Vimos como el poder legislativo retomó de manera extraordinaria la agenda de seguridad, el ejecutivo afirmó con fuerza que buscaría y llevaría a la justicia a los criminales, disponiendo de todos los medios necesarios. Y la justicia tendrá que hacer su parte haciendo valer el estado de derecho, sustanciando los juicios con celeridad y haciendo ejecutar lo juzgado, propendiendo en todo minuto una modernización de los tribunales para cumplir a cabalidad su rol.

Finalmente, ante los terribles y condenables hechos que terminaron en la muerte de tres Carabineros de Chile, esas condiciones mínimas para el diálogo, en lo relativo a la seguridad, volvieron a fojas cero. Para que este tiempo no se tome más de lo que la sociedad espera, el Estado en su conjunto debe responder a su rol de garante de la seguridad. No podemos tener dos miradas en este punto, ya que el Estado en su origen fue constituido como monopolizador de la fuerza pública, y la legitimidad de las instituciones llamadas a protegernos, no puede ser vista de manera ambivalente, ni por la ciudadanía ni por las propias autoridades.

La aprobación de la labor de Carabineros en la última encuesta Plaza Pública de CADEM, arrojó un 84%, alcanzando su mejor registro histórico. Una institución de todos, que pavimenta el camino propicio, a través de la protección que nos brinda, para que las partes sientan la confianza y tengan un ambiente favorable para el desarrollo del diálogo, hoy de luto.

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